Podría pensar que comenzar a limpiar de cualquier manera funciona, pero eso no es cierto. Seguir un orden preciso y una secuencia pensada definitivamente vale la pena. Comience con una secuencia de tareas que no impliquen líquidos, como limpiar las encimeras, barrer y usar un paño seco para eliminar los residuos de comida de la estufa. Esta es una forma útil de evitar convertir la suciedad seca en desorden pegajoso más difícil de limpiar. Después de ese paso, es momento de limpiar con agua. Lave los platos, luego limpie las superficies húmedas, lo que incluye fregaderos y salpicaderos, y finalmente friegue los pisos. Esta secuencia ayudará a prevenir la propagación de suciedad y permitirá limpiar de manera más eficiente.

Utilizar el producto adecuado para cada tarea es fundamental para una limpieza eficiente. Para platos muy grasosos, use un detergente para platos con alto contenido de materia activa. Este tipo de jabón requiere menos esfuerzo para eliminar la grasa, ya que corta la suciedad grasosa muy rápidamente. También se debe usar el mismo producto seguro para limpiar frutas y verduras. De esta manera, no necesitará productos diferentes para distintas necesidades en la cocina. Para encimeras y superficies de estufa, un polvo limpiador multiusos, especialmente uno que elimine manchas y bacterias, funciona bien. Para el baño más cercano a la cocina, un limpiador de inodoro de doble propósito, duradero y descalcificador, funciona excelente y ahorra tiempo al eliminar manchas y olores al mismo tiempo. No utilice un solo producto para todo, ya que podría funcionar mal en algunas superficies e incluso ser dañino para ciertos materiales.
Ciertos lugares en la cocina se usan más y tienen más gérmenes, por lo que deben recibir mayor atención. El fregadero, la tabla de cortar, la estufa y el mango del refrigerador son los principales lugares. Después de lavar los platos, mantenga el fregadero limpio y libre de residuos de jabón y bacterias, limpiándolo con un paño y un poco de detergente para platos. Para las tablas de cortar, especialmente las utilizadas para carne cruda, use un producto de limpieza y esterilización más potente para eliminar las bacterias peligrosas. La estufa debe limpiarse después de cada uso, y asegúrese de limpiar los derrames mientras aún están calientes, ya que la grasa fría es más difícil de eliminar. El mango del refrigerador debe limpiarse diariamente, ya que es tocado con frecuencia.
Limpiar con herramientas sencillas puede ser eficiente. Por ejemplo, un paño de microfibra es perfecto para limpiar cubiertas, encimeras y cocinas. Los paños de microfibra atrapan más suciedad y polvo, y no dejan pelusas. Para lavar los platos, una esponja suave con una cara abrasiva funciona muy bien en las manchas difíciles sin rayar el utensilio. Si hay muchos platos por lavar, remojarlos en agua tibia con un poco de detergente durante 5 a 10 minutos es ideal, ya que reduce considerablemente el tiempo de fregado. En cuanto a los pisos, las mopas con almohadillas reutilizables son preferibles porque son más fáciles de limpiar y usar, en lugar de una mopa y cubo tradicionales. Además, ahorras tiempo al no tener que escurrir ni rellenar agua varias veces.
Un poco de esfuerzo todos los días evita que la cocina se ensucie demasiado, para que no tengas que dedicar horas a una limpieza profunda más adelante. Después de cocinar, dedica 5 minutos a limpiar la estufa y las encimeras, y no dejes que los platos se acumulen en el fregadero: enjuágalos inmediatamente. Antes de acostarte, barre rápidamente el suelo para eliminar migas y pequeños residuos. Estas pequeñas tareas hacen que, cuando realices una limpieza profunda una vez por semana, haya mucho menos que hacer. También es conveniente tener productos de limpieza cerca: guarda el jabón para platos junto al fregadero y un paño pequeño de limpieza cerca de la estufa, para que puedas limpiar mientras avanzas.